El Hermano que se quedo

Publicado: 3 septiembre, 2015 en reflexiones diarias

325867bb42cd4e682ddbe990ababd25252a6ce79081701744dff0abc94a06015“Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba, pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y, ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él, el novillo cebado!’

Pero él le dijo: ‘Hijo, tu siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.’”

Lucas 15, 28 – 32

Durante mucho tiempo me ha llamado la atención la figura del hermano mayor de la parábola del Hijo Pródigo y es tan poco lo que se dice de él, de hecho, cuando escrutaba, solo conseguí 4 paralelos que dejaban entender poco o casi nada.

En lo que a mí concierne, este post lo he estado postergando por un tiempo, porque hablar del hermano mayor es hablar de mí mismo, es enfrentarme a mis demonios y a mi debilidad algo que me cuesta y más cuando tengo que sacarlos fuera para intentar ayudarme y con eso ayudar a otros.

En lo que a mí respecta, ser como el hijo pródigo es vivir como los publicanos, es como sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar sin piedad a derecha e izquierda creyendo siempre que soy mejor que los demás, que soy muy bueno; pero la realidad es todo lo contrario. Ser este hombre, es ser yo mismo, soberbio, iracundo, prepotente, uno al que le cuesta trascender a los demás, pasar a la otra orilla…

eaa404addbf1c8b5594a5974c4fbc79eDetrás de esa figura que aparentemente “ha hecho todo bien”, hay un hombre que toda su vida la ha vivido en el esfuerzo y como consecuencia de esto se le ha hecho imposible poder ver a Dios en los acontecimientos de la historia, es por esto que siempre piensa que sus oraciones no son escuchadas, que el Señor no le da lo que “le conviene”, que a los demás les va mejor que a él, que Jesús se olvidó de interceder por él…

Y así me he pasado la mayor parte de la vida, en el esfuerzo y fruto de eso está mi constante pelea con el Señor; es como sentirse como Jacob en el valle de Yabboq, estar solo con tus pensamientos y preguntar a Dios una y otra vez qué es lo que has hecho mal en tu vida para que te trate así, es compararse con el que según yo “le va bien”, es creerse autosuficiente para escribir la propia historia y al mismo tiempo es olvidar la misericordia infinita del Padre que nos espera con los brazos abiertos.

imagesEl hermano que se quedó compartía el mismo padre del hijo prodigo, creía que no estaba perdido, durante muchos años había trabajado en los campos de su padre, jamás lo había desobedecido, se enojó y no quiso entrar en la fiesta cuando supo que su hermano no había regresado y nunca aprovecho las bendiciones de su padre para alegrarse con sus amigos.

¡Qué triste la vida la de este muchacho! Obediencia, trabajo y sumisión; pero todo eso sin alegría. La parábola no nos dice porque lo hacía, pero deja entrever que además de no amar a su hermano, no era feliz con la vida que llevaba. Se sentía obligado a trabajar, por tanto no lo hacía por amor a su padre. Para colmo no lo conocía, ya que cuando le reprocho, “nunca me has dado un cabrito para gozarme con mis amigos”, el padre le contesto: “Hijo, tu siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas” (Luc. 15:29, 31).

De esta parte de la parábola podemos sacar dos lecciones espirituales para nuestras vidas.

Si no amas a tu hermano, estás perdido “dentro de la casa”. El hecho de permanecer en el hogar al lado de nuestro padre no nos hace salvos. Debemos permanecer a su lado por amor, y ese amor debe demostrarse amando a nuestros semejantes. Juan confirma esto al decir: “si alguno dice: Yo amo a Dios y aborrece a su hermano, es mentiroso” (1 Juan 4:20). ¡Qué distinta hubiera sido la parábola si nos dijera que este hermano se alegró y entro a la fiesta! ¿Y si dijera que lo amaba tanto, que no aguanto estar en su casa y salió a buscarlo?

Estar en casa da felicidad. Estar con Dios produce alegría en el corazón y esa alegría nos impulsa a servirle. Quien cree que estar con Dios es llevar una vida aburría y desabrida es porque no lo conoce.

En muchos momentos de nuestras vidas sé que nos hemos sentido como el hermano que se quedó, pero así vivimos porque creemos conocer a Dios, cuando en verdad ignoramos toda su bondad.

Hoy espero que el Señor me conceda reconocer que no soy digno de todo lo que ha hecho por mí y me reciba con los brazos abiertos sabiéndome pecador.

Esperando ser instrumento de ayuda para ti

En Cristo Jesús,

Juacko

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