Muchas personas afirman que la vida es un viaje, y estoy totalmente de acuerdo. Lo que no nos dicen o enseñan de que en este viaje hay que tener los ojos, la mente y el corazón bien abiertos para poder aprovecharlo al máximo y entender el propósito y la razón por la cual lo hemos emprendido.
Una vez elegí hacer un viaje a una tierra que me era extraña, pero que hoy, 3 años después de regresar, aun la siento como parte de mí. En 2010 me fui a Haití a trabajar en la viña del Señor como misionero. Al principio no entendí por qué me tocó esa nación, sin embargo, era más lo que Dios tenía para mí que los planes que me había hecho en mi cabeza.
A veces hace falta abandonar todo para descubrir que nuestra mayor riqueza está en lo que hacemos por los demás, que al final es un favor que Dios no permite hacernos a nosotros mismos
Estas son solo algunas de las lecciones que aprendí en este recorrido y espero que encuentren en ellas un poquito de luz.
El martes 12 de Abril de 2011 a las 7:45 am, en la terminal de autobuses de Tabarre, Puerto Príncipe, abordé el bus que me llevaría por espacio de una semana lejos de la Tierra de Misión.
Al cruzar la frontera, miré atrás y vi como poco a poco se alejaba de mí el paisaje montañoso al que estoy ya acostumbrado y que ha sido mi hogar por los últimos meses de mi vida, mismo paisaje de una tierra que no se me hace extraña y que me ha regalado momentos intensos de sentirme en plenitud, gratitud y sobre todo realizado como ser humano.
Pensaba durante el camino qué era lo que precisamente me había llevado a vivir a otro país por un tiempo desconocido, cumpliendo una misión que no viene de mí; aparentemente lo tenía todo pero en el fondo sabía que algo faltaba.
Y cuando descubrí lo que faltaba, entonces cambié:
– Una carrera brillante por una profesión que no necesita título, solo la disposición de dejarme guiar por Dios
– Un trabajo prometedor por un trabajo que paga mejor que cualquier salario
– Un grupo de amigos por un montón de desconocidos que me llaman Hermano
– Una familia de 4 hermanos por una compuesta por más de 300
– Hacerme siempre el fuerte por no temer a mostrarme vulnerable y sensible frente a las historias que me han tocado lo más profundo del alma
– Mi idioma nativo por uno completamente diferente
– Mi seguridad económica por la Fidelidad y Providencia de Dios
– Las playas de mi país por las frías montañas que rodean mi casa en Puerto Príncipe
– Todas mis comodidades por montarme en la parte de atrás de una camioneta dejándome tostar por el sol
– Mi auto dependencia por defender los intereses de otro
– Mi soberbia por un tiempo que me ha entrado en la humildad
– Mi razón por la obediencia
– Mis series y películas favoritas por leer y aprender las catequesis
– Mis canciones en inglés por un libro de cantos en francés
– Mis deseos del primer puesto por ser el último y quedar tras bastidores
– Mis ansias de aplauso y reconocimiento por las correcciones
– Mi cara dura como la piedra por sonrisas espontáneas
– El merengue por el compass (ritmo oficial de Haití)
– Respirar el aire del mar por el amanecer del sol en mi ventana
– Mis debilidades y miedos por el terror de Dios que me precede
– El cielo despejado por las montañas cubiertas de neblina
– Mi matriz de objetivos personales por un calendario de Evangelización
– Mis ratos de ocio por momentos de oración
– Mi deseo de ser un escritor famoso por escribir para ustedes
– Mi destino por Su Destino
Cambié yo, cambió mi corazón, cambió mi vida.
Mengüé yo para que Él surgiera y se hiciera presente en medio de un pueblo que busca a Dios sin darse cuenta con detalles apenas perceptibles de que Él siempre está ahí.
Cambié y al final descubrí que ha sido el mejor trato que he hecho.
Esperando ser instrumento de Inspiración para Tí
De Corazón,
Juacko
Desde Adentro 