La forma en que te expresas hace la diferencia

Publicado: 2 abril, 2014 en reflexiones diarias
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 img-thing1 Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes.

 

Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.

 

¡Qué desgracia Mi Señor!, exclamó el Sabio, Cada diente caído representa la pérdida de uno de sus familiares.

 

¡Qué insolencia!, gritó el Sultán enfurecido,

¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!

 

Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

 

Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado.

 

Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:

 

¡Excelso Señor! Gran felicidad te ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás por más tiempo que todos tus parientes.

 

Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.

 

Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:

 

¡No es posible! La interpretación que has hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.

 

Recuerda bien amigo mío, respondió el segundo Sabio, que todo depende de la forma en el decir.

 lengua-cactus Esta vieja historia muestra cómo uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la amistad o la enemistad, la armonía o el conflicto. Es cierto que debe decirse la verdad, pero la falta de acierto en la forma de expresarla, o la falta de oportunidad en el momento y circunstancias de decirla, provoca muchas veces grandes problemas.

 

  Es cierto que hay verdades que son duras de decir o duras de escuchar, y que quizá, aun así, hay que decirlas, pero todos hemos de aprender a hablar de manera que nuestras palabras no despierten la agresividad del interlocutor, es decir, que quien las escucha no las perciba como hostilidad o como provocación. Hay muchas formas de decir lo mismo, y normalmente no hay necesidad de hacer antipática la verdad. La verdad es como una joya, que puede lanzarse contra el rostro de alguien, para herirle, o bien ser presentada y ofrecida de modo afable, con la consideración que merece.

 

 palabras La mayoría de los que presumen de andar por la vida cantando las verdades a todo el mundo, lo que quizá no dicen o no saben es que lo que les mueve a hacerlo no es su amor a la verdad, sino su afán de impresionar a los demás, cosa que parece que les encanta. Quizá creen que quedan muy bien, que quedan por encima, cuando la realidad es que suelen hacer el ridículo y, sobre todo, no convencen a nadie. La razón expresada con malos modos no persuade, sino que enfurece y aleja más que acercar. Todos necesitamos de indulgencia, y –como decía Menéndez y Pelayo– el que no la otorga a los demás, difícilmente la encontrará luego para sí mismo.

 

  Sería interesante examinar con qué cuidado tratamos a cada uno de los que nos rodean, si tenemos la suficiente consideración con todos, si hablamos a todos y de todos con respeto y aprecio, si actuamos con justicia y lealtad. Y quizá con más razón en su ausencia: de manera que, si el interesado estuviera presente, quedara agradecido por el modo en que se habla de él.

Una misma situación se puede expresar de diferentes maneras. Unas serán positivas para ti y otras por el contrario negativas.

A los «sultanes» en minúscula» les recomendamos escuchar, ya que ni ellos son sultanes, ni bestias los otros. Muchas personas se escuchan sólo a sí mismas y los demás son sólo, eso, «los demás», pañuelos de usar y tirar

Familiares y o compañeros de trabajo. O ¿trabajadores, peones desechables?

Las palabras que utilizamos también denotan la actitud que tenemos frente a nuestra relación con los demás. Por ejemplo, podemos pensar «No puedo hacer esto» o, por el contrario, «¿Cómo puedo hacer esto?». Ambas frases pueden apuntar al mismo hecho, pero su enfoque es totalmente diferente. En el primer caso, estancamos o paralizamos nuestras intenciones o deseos, y en el segundo, ponemos en marcha nuestro potencial para encontrar el camino correcto. Así como podemos usar el lenguaje para destruir, también lo podemos utilizar para alcanzar nuestras metas en la relación con los demás.

 

 EL-PODER-DE-LA-PALABRA Me gustaría compartir contigo, algunos consejos para que juntos puedan comenzar a cambiar la forma y el contenido de tus pensamientos y por tanto, la forma en que transmites y te comunicas con los demás.

 

  •   Hazte consciente de las palabras que utilizas cotidianamente. Es importante que comiences a vigilar la manera en que hablas no tanto para reprimirte o juzgarte, sino para empezar a tomar consciencia del tipo de lenguaje y pensamientos que tienes.

  • Comienza a fijarte en la forma que hablan las personas que te rodean. Muchas veces podemos estar viviendo en un ambiente donde hablar de forma negativa o vulgar es común. No es necesario estar corrigiendo a las personas, puesto que eso es desagradable para los demás, pero si puedes aprender mucho simplemente observando a otros y haciéndote consciente de lo inútil que es usar un lenguaje negativo y quejumbroso.

 

  • Piensa antes de hablar. Este último consejo es el más importante. Probablemente comenzaras a notar que hablas menos, pero mejor. Entonces la profundidad de tu comportamiento y acciones serás de calidad.

 

De ti depende..

Feliz ombligo de la semana!!

Dios te bendiga..

GRR

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