
Entre tantos “cadáveres” ambulantes, sólo aquel hombre se conservaba humano. Cuando pregunto qué era lo que mantenía a este pobre leproso tan unido a la vida, le dijeron que lo observara por las mañanas.
Y vio que, apenas amanecía, aquel hombre acudía al patio que rodeaba la leprosería y se sentaba enfrente del alto muro de cemento que la rodeaba.

Entonces el hombre comulgaba con esa sonrisa y sonreía él también. Luego la mujer desaparecía y el hombre, iluminado, tenía ya alimento para seguir soportando una nueva jornada y para esperar a que, al día siguiente, regresara el sonriente rostro de su mujer.
Cuando lo arrancaron de su pueblo y lo trasladaron al leprosorio, la mujer lo siguió, y se instaló a vivir en el pueblo más cercano al leprosorio. Y todos los días acudía para continuar expresándole su amor. Al verla cada día, dijo el enfermo, sé que todavía vivo.
Solo aquellos que creen merecer la felicidad despiertan todos los días listos para conquistarla. La vida es demasiado corta como para complacer a cada idiota que piensa que sabe exactamente cómo debe ser.
Nadie puede arruinar tu día sin tu permiso. Es más, nadie puede arruinarte la vida si no lo permites. Aléjate de quien te haga infeliz. Sin importar cuales sean las circunstancias continua sonriendo muchos viven gracias a tu sonrisa, a tus palabras, a tu esperanza, a las migajas de cariño que les puedas dar. «Alguien se alimenta de lo que haces» No bajes los brazos, no dejes de sonreír, no te canses de hacer el bien, alguien espera por ti.
Feliz Miercoles!!