Hace un tiempo me encontré con esta leyenda árabe que hoy quiero compartir con ustedes. Espero sea de su agrado..
Se cuenta que un viejo árabe, analfabeto, oraba con tanto fervor y con tanto cariño cada noche que cierta vez el poderoso jefe de una gran caravana lo llamó a su presencia y le preguntó:
– ¿Por qué oras con tanta fe? ¿Cómo sabes que Dios existe cuando ni siquiera sabes leer?
El viejo respondió:
– Si que se leer, Gran señor, Leo todo lo que el Gran Padre Celestial escribe en las señales que nos muestra.
– ¿Cómo así? – indagó el jefe, sorprendido.
El humilde siervo se explicó:
– Cuando tú recibes una carta de alguna persona ausente ¿Cómo sabes quién te la escribió?
– Por la letra.
-Cuando recibes una joya, ¿Cómo obtienes información acerca de la persona que la elaboró?
– Por la marca del orfebre.
El viejo sonrió y agregó:
-Cuando oyes pasos de animales alrededor de la tienda ¿Cómo sabe, después, si fue un carnero, un caballo o un buey?
– Por las huellas – Respondió el jefe, sorprendido. Con el inesperado cuestionario
Entonces, el viejo creyente lo invitó a salir de la tienda y, mostrándole el cielo, donde la Luna brillaba, rodeada por multitudes de estrellas, exclamó, respetuoso:
-Señor, ¿ves aquellas señales, allá arriba? Este desierto aquí abajo?, nada de eso puede haber sido dibujado o escrito por la mano de los hombres.
En ese momento, el orgulloso jefe de la caravana, con lágrimas en sus ojos, se arrodilló en la arena y comenzó a orar también.
Dios, aunque invisible a nuestros ojos, nos deja señales en todas partes:
El deja señales cuando alguien se acuerda de ti, cuando alguien te considera importante…
En la mañana que nace serena y silenciosa… En el calor del sol que calienta a los seres y permite la vida… En la lluvia que moja las praderas, corre en el lecho de los ríos y refresca las arenas calientes de las playas solitarias…
Las señales de Dios están en los pastos verdes que alimentan el ganado… Y en la vida obstinada del desierto que arde en el calor achicharrante del verano…
Podemos encontrar señales de Dios en los campos floridos de todos los continentes… Y en el canto alegre de los pájaros que despiertan la madrugada…
Las señales de Dios son también visibles en las noches bordadas de estrellas y en las tempestades que limpian la atmósfera con sus rayos purificadores.
Recordemos que las obras hechas por los hombres son firmadas para que no se confunda el autor. Mientras que las obras de Dios no traen su firma porque, sencillamente, solamente él es capaz de hacerlas, nadie más.
Es por esa razón que Dios no precisa poner el nombre en una etiqueta, en cada mañana, porque sólo él crea los días. Partiendo del principio de que no hay obras sin autor, todo lo que no es obra del hombre, sólo puede ser obra de Dios.
Como dijo el gran poeta francés Víctor Hugo, «Dios es lo invisible evidente».
¡Piensa en eso!
«Hasta un loco sabe contar las semillas que hay en una manzana; pero solamente Dios sabe contar todas las manzanas que hay en una semilla.»
Siempre encontrarás una razón para sonreír, siempre. Y si crees que no, ¡RESPIRA! ¿Lo ves? ahí tienes una. Regálale al mundo el privilegio de contar con tu sonrisa..
GRR
Simplemente hermoso! Gracias por compartirlo! 😉