Una elefanta y una perra se embarazaron al mismo tiempo. Tres meses después la perra parió 6 cachorritos. Seis meses más tarde la perra estaba embarazada de nuevo, y nueve meses después dio a luz a otra docena de cachorros. Y así el patrón continuaba.
En el mes dieciocho la perra se acerca al elefante para cuestionarla. «¿Estás segura que estás embarazada? Quedamos embarazadas en la misma fecha, yo he dado a luz 3 veces a una docena de cachorros y ellos ya son perros adultos y tu aun sigues embarazada. ¿Qué es lo que pasa?”.
La elefanta respondió – «Hay algo que quiero que entiendas. Lo que yo cargo no es un cachorro es un elefante. Yo solo doy a luz a uno en dos años. Cuando mi bebe toque tierra, la tierra lo va sentir. Cuando mi bebe cruce una calle, los humanos se detendrán a ver con admiración, lo que yo cargo llama la atención. Así que lo que llevo es poderoso y grande.»
¿Alguna vez te has sentido en decepción pensando que Dios no ha escuchado tu oración, solo porque no has visto cumplirse tu petición? ¿Alguna vez te has sentido como si la gente te reprochara y te tratara de forma indiferente, solo porque no tienes las mismas cosas y o gustos?
En el mundo que vivimos, donde todo pareciera acelerarse cada día con tantas propuestas para lograr cosas basados en lo inmediato e instantáneo, hablar de esperar pareciera algo ridículo y fuera de contexto.
Este ritmo vertiginoso y enloquecedor de la sociedad, propone cada día acelerarnos aún más, y afecta inclusive la forma de vivir y pensar de las personas. Pareciera como que sintiéramos un rechazo o que fuera difícil comprender y aceptar la idea de que en diversas etapas de la vida podamos atravesar tiempos de espera, especialmente cuando necesitamos con urgencia el obrar o una respuesta del Señor en nuestras vidas y nada pareciera suceder. Cuando las agujas del reloj avanzan de manera implacable y las circunstancias adversas no cambian es bien difícil esperar, ¡más bien desesperamos!
No pierdas la fe. Cuando miras a otros recibiendo las respuestas a sus oraciones. No envidies el testimonio de otros. Si no has recibido tus propias bendiciones no te desesperes. Di a ti mismo:
«Mi tiempo está llegando, y cuando llegue a la superficie de la tierra, será para dar testimonio de la obra del Señor en mi vida».
Lo extraordinario toma tiempo… Piensa como lo que eres. Un hijo e hija de Dios “todo vendrá hacia ti en el mejor tiempo. Pues el tiempo de Dios es perfecto.”
Cuando oramos, lo hacemos porque sabemos y reconocemos que hay un Dios que nos escucha y atiende nuestras súplicas. Entonces, nuestro trabajo es creer, tener la fe de que todo ya está cumplido. Creer, aunque no veamos nuestra petición contestada. Solo tienes que esperar el tiempo de Dios. Tienes que dejar que él haga la obra en su tiempo que es mejor que el nuestro, aun cuando no lo veas, o no lo escuches él está trabajando con tu petición.
Recuerda que, si el Señor se ha tomado un tiempo en contestarte, es porque lo que él tiene para ti es más grande de lo que tú le estas pidiendo. Y si la espera es grande, más grande es la bendición. Ten pendiente que muchas veces condicionamos a Dios con nuestras exigencias pues esperamos una envoltura específica para lo que hemos pedido, como si la envoltura añadiera valor y nos olvidamos que lo más importante es el contenido.
Si llamas a la pizzería por una pizza y el repartidor aparece con la pizza sin la caja la mayoría de nosotros rechazaríamos la pizza y haríamos una reclamación sin pensar que la caja puede que cueste 30 pesos, y la pizza 500 por tanto dejamos de disfrutar lo mucho por lo poco. olvidandonos que pedimos una pizza y pagamos por ella, y si bien es cierto la caja estaba incluida en lo que pagamos, al final no es mas que un contenedor desechable que luego tiramos a la basura y que no agrega un valor extra a eso que en principio deseabamos.
Tú eres importante para él. Si él te trajo a este mundo, fue para hacer cosas maravillosas en ti. Por lo tanto, no te desesperes por las cosas. Porque si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?
Te doy una clave: alguien que le entrega a Dios sus problemas, puede esperar y el resultado es que tiene paz. Si dices que le has entregado tus cargas a Dios, pero continúas ansioso o ansiosa, entonces no le has entregado nada. Muchas veces entregamos de boca, pero no de corazón.
Dile: “Señor, te pido perdón por dejarme dominar por la ansiedad y por haber actuado precipitadamente; perdón por no haber sabido esperar. Estoy sufriendo las consecuencias por no haber esperado y por haber actuado por mi cuenta. Te quiero entregar mis imposibles. Yo te entrego mi problema y voy a descansar en ti. Te doy el control de mi vida, no lo quiero tener yo, Señor. Perdóname porque me he apresurado y me he llenado de tensiones, de angustia, de enfermedad. He tomado decisiones apresuradas y me ha ido mal, Padre. Yo recibo ahora la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, que guarda mi corazón y mis pensamientos en Cristo Jesús, amén”.
Espero tengas la posibilidad de dar gracias por lo que tienes!!
pues Si no somos felices con lo que ya tenemos pues tampoco lo seremos con lo que creemos nos hace falta. Feliz no es aquel que mas tiene, sino mas bien aquel que menos cosas le hacen falta (que no es igual).
Date la oportunidad de esperar sin esperar nada y dejarte sorprender los milagros que Dios y la vida te tengan guardados al doblar la esquina, y a la vez puedas aceptar y descubrir la belleza que se esconde aún en la tristeza.
Que Dios los bendiga y les permita ser luz y transmitir esperanza en cada lugar que se dirijan, acción que realicen y persona con la que interactúen.
GRR.