Mira qué superficie tan hermosa, muy lisa súper uniforme bien limpia y pareja perfecta ante los criterios de quien pueda mirarlo!!
Hasta el día que amanece es con el brazo torpe y ups se rompe el tazón y la basura diría cualquiera…
A menos que fueses budista zen, quienes practican el kintsugi, una filosofía que abraza las heridas y las considera como arte y parte de la vida. Ellos toman cada trozo roto y los unen utilizando pegamento mezclado con polvo de oro, plata o platino, haciendo de las “imperfecciones” algo bonito algo valioso. Y lo mismo podríamos aplicarlo para nosotros mismos.
La vida está llena de momentos. Algunos buenos, otros malos, por su puesto, algunos de esos momentos marcan de una manera tan profunda la vida que te dejan una cicatriz, a veces visible, como las cicatrices que vemos en el rostro de aquellos que sufrieron un terrible accidente. Y que cada vez que las miramos podemos recordar lo sucedido.
Al igual, tenemos marcas o cicatrices en el alma. Esas que han sido hechas por nuestra historia de vida. Esas que representan experiencias fuertes. Que nos han hecho llorar y que posiblemente en algún momento nos hayan derrumbado. Son esas cicatrices que representan heridas que posiblemente sanaron por fuera y no por dentro y que en ocasiones nos provocan un llanto incontenible. Esas que representan tristeza. Cicatrices que representan dolor.
Pero también tenemos cicatrices que representan triunfo por el logro de superar lo que las provocó. Cicatrices que la vida nos hizo como parte de nuestro aprendizaje para ser más humanos. Cicatrices que nosotros mismos nos provocamos como método de auto-castigo quizá, o como una forma de escape al no saber cómo manejar nuestros miedos.
Ama, sufre y así vivirás. Tus cicatrices y las mías, tus delirios y mis penas, solo marcan el camino, la historia de mi vida, la de la tuya o la de cualquiera. ¿Te duele? Que duela, ¿no ves que estás vivo? Porque solo estás vivo si sientes, y de eso se trata, de vivir. ¿Vivir para crecer? Qué va, vivir para querer y para amar.
Tenemos cicatrices en los lugares más insospechados como si fueran mapas secretos de nuestra historia personal. esa cicatriz que te divide la ceja, esa grieta que te parte el labio, la marca que adorna tu rodilla o la línea que se dibuja bajo tu ombligo. ¡No son imperfecciones son trofeos!
Son batallas ganadas. del día en que casi pierdes un ojo, pero saltaste la cerca con valentía, del día en que un buen hombre y cirujano te devolvió la sonrisa, del momento en que por fin aprendiste a domar esa bicicleta rebelde. del día en que nació tu más grande motivación, ese día en que te abriste la piel y la piel sano. dejándote un regalo que te hizo más fuerte más único más tú
Todas las cicatrices de tu cuerpo visibles e invisibles son bellas, motivo de orgullo y esa crema para borrar marcas y cicatrices hasta un budista zen diría que es mejor tirarla a la basura.
Por eso, cada vez que las veas, que las sientas, piensa que esas cicatrices te hacen más humano. Que significa que conoces el dolor, que conoces el miedo tal vez, que conoces el ser débil, frágil. Pero que significa también que seguramente conoces por ello el apoyo, el estar acompañado, el amor incondicional, la mano extendida a ti de forma permanente, que representa empatía, que representa consuelo, que representa lealtad, que representa esperanza.
Son esas tus cicatrices la forma tangible de ver todo ello. Y que tal vez fue, es o sigue siendo motivo de lucha y crecimiento como persona, de fortalecimiento como ser humano.
¿Qué vas a hacer con tus cicatrices? ¿Vivir toda tu vida lamentando que las tienes, preguntándote por qué te sucedió aquello a ti? Si bien es cierto que las cicatrices son imborrables, siempre estarán allí, cada vez que las veas, no solo recuerdes el dolor, antes bien, recuerda el amor que generaron. Y recuerda que, a pesar de dichas cicatrices, tú puedes luchar, tú puedes salir adelante, tú puedes superar lo que las provocaron.
Son tus cicatrices, eres tú… Que tengas un hermoso día en el que puedas darte cuenta que no tiene sentido querer ser como los demás y vale más ser tú mism@, pues Dios te ha hecho hermos@ tal y como eres.
Si Dios quién es el creador de los más bellos atardeceres, los paisajes que desearías visitar y bellezas que sobrepasan los límites de tu imaginación, se sentó a pensar en cada aspecto de tu figura, la curvatura de tu sonrisa y cada uno de los cabellos que adornan tu cabeza.
Bajo qué criterio, y luego de crear qué cosa que sobrepase la obra del creador tiene ser humano alguno incluyéndote a ti mism@ para considérarte fe@, o imperfect@..
Feliz Jueves … Dios te Bendiga!!! no olvides Sonreir y hacer del mundo una sonrisa mas hermoso.