Mientras oraba antes de acostarse, un niño pidió con devoción:
«Señor, esta noche te pido algo especial: conviérteme en un televisor. Quisiera ocupar su lugar. Quisiera vivir lo que vive la televisión de mi casa. Es decir, tener un cuarto especial para mí y reunir a todos los miembros de la familia a mí alrededor.
«Ser tomado en serio cuando hablo. Convertirme en el centro de atención y ser aquel al que todos quieren escuchar sin interrumpirlo ni cuestionarlo. Quisiera sentir el cuidado especial que recibe la televisión cuando algo no funciona.
«Y tener la compañía de mi papá cuando llega a casa, aunque este cansado del trabajo. Y que mi mamá me busque cuando esté sola y aburrida, en lugar de ignorarme. Y que mis hermanos se peleen por estar conmigo.
«Y que pueda divertirlos a todos, aunque a veces no les diga nada. Quisiera vivir la sensación de que lo dejen todo por pasar unos momentos a mi lado».
«Señor, no te pido mucho. Sólo vivir lo que vive cualquier televisión».
Este cuento nos invita a reflexionar sobre la calidad de nuestro tiempo, sobre qué cosas merecen nuestra atención. Muchos escapamos de la rutina diaria a través de cosas «vacías» como la televisión, juegos de computadora, salir a fiestas, chats, u otras cosas que absorben nuestro tiempo más de lo necesario. A veces nos focalizamos demasiado en cosas que no nos aportan nada ni nos enriquecen (o que incluso nos perjudican) descuidando cosas importantes: intentemos priorizar nuestro tiempo y dedicarle nuestra atención a cosas que lo merecen en su justa medida.
Detente a pensar en cuales dices son tus prioridades y cuales demuestras son con tus acciones. Reorganiza tu vida de acuerdo a como dices son tus prioridades, o reorganiza las que dices son tus prioridades de acuerdo a como vives realmente tu vida. Si hay algo que es realmente importante es ser congruentes en cada aspecto de nuestra vida.
Vive y disfruta cada instante siendo quien realmente eres y no sufriendo bajo la máscara del que todos esperan que seas. El tiempo no vuelve atrás, y sigue su implacable curso constante sin aceptar excusas, por tanto deja de ponerte excusas para comenzar a disfrutar de la felicidad que dios tiene planeada para ti.
Que tengas un hermoso resto del día en el que puedas ser contagiado a la vez distribuir sonrisas. Mira menos televisión y conviértete en el protagonista de tu vida. Pues nadie más puede aprovechar lo que te rodea y disfrutar de la fantástica historia que puedes vivir cada día si te lo propones. Todo depende de la actitud con que decidas enfrentar cada día, y cada obstáculo.
Tú decides… aprender de tus errores y sobrellevar los obstáculos. O simplemente mantenerte orbitando cual satélite alrededor de tus problemas esperando que caiga del cielo una solución divina, mientras te lamentas por el paso de los días, meses y años.
Si quieres resultados diferentes deja de hacer las mismas cosas. Atrévete a intentarlo. Y luego sonríe al lograrlo.
GRR..